Canelones de carne (con pasta casera)

Pensaba al principio que la pasta casera la utilizaría sobre todo en platos en los que luce a la vista, como los tallarines con albóndigas, porque realmente en estos otros en los que está más escondida, oculta por capas de comida, resulta más difícil distinguirla de pasta comercial convencional.

Pero como, aunque no se vea, yo sé que está ahí dentro, pues al final acabo haciéndola también.
Y ya que estoy en ello, me paso a la pasta talla XXL y me hago unos mega-canelonazos de aúpa.

El relleno es bastante diferente del que lleva la lasaña a la boloñesa, no es mejor ni peor, es simplemente distinto.
Podría hacerlo igual, y ahorrarme una receta, pero como en la variedad está el gusto procuré cambiarlo algo y así tener varias entre las que elegir cuando me apetezca un relleno para pasta.

Ingredientes (para 2)

Para la pasta:

  • 1 huevo
  • 100g harina

Para el relleno:

  • 1/2 cebolla grande
  • 1 rama apio
  • 1 zanahoria grande
  • 1 diente ajo
  • 300g carne ternera picada
  • 100ml vino tinto
  • 300ml salsa tomate
  • aceite, sal, pimienta, albahaca, orégano

Para la cobertura y montaje:

  • 1 cucharada sopera mantequilla
  • 1 cucharada sopera harina
  • 300ml leche
  • sal, nuez moscada
  • 100g queso rallado
  • salsa de tomate

Preparación

Para estos canelones opté por preparar mis propias láminas siguiendo mi receta para pasta fresca, pero si se compran obviamente el proceso será más rápido.

Para hacerlas caseras añadimos el huevo a la harina y vamos mezclando con las manos.
La verdad es que yo ahora ya ni peso la harina, simplemente voy echando poco a poco hasta que no admite más pero aún es trabajable. Amasamos con fuerza hasta que queden los ingredientes bien ligados.
Hacemos una bola y la introducimos en un recipiente que taparamos con film plástico.
Dejamos reposar durante aproximadamente una hora a temperatura ambiente.

Mientras tanto, vamos a preparar el relleno y la bechamel para cubrir, para ir aprovechando el tiempo.

Pelamos la cebolla, la zanahoria y el diente de ajo. Lavamos la ramita de apio.
Lo picamos todo muy finamente, cuanto más mejor, porque la proporción de verduras es bastante grande y no queremos acabar mentiéndonos en la boca bocados que ni carne tienen.
Calentamos un poco de aceite en una sartén amplia y sofreímos nuestras verduras a fuego medio.

Cuando estén tiernas agregamos la carne picada, removiendo bien para que se se mezclen lo mejor posible, y salpimentamos a nuestro gusto.
Vertemos el vino y dejamos que se vaya evaporando.

Añadimos la salsa de tomate y un buen pellizco de orégano y albahaca, sin cortarnos, que le dan un toque muy bueno al relleno.
Cocinamos a fuego lento durante unos 20 minutos, hasta que la salsa esté bastante espesilla, removiendo de vez cuando.

Y mientras se cuece, aprovechamos para preparar también la bechamel.

Calentamos ligeramente la leche, sin que llegue a hervir, porque al estar caliente será menos propensa a provocar grumos.
En una cazuelita derretimos la mantequilla a fuego lento.
Echamos la harina, removiendo bien, y dejamos que se cocine durante medio minutito.
Vamos vertiendo la leche caliente, muy poquito de cada vez, y removiendo sin cesar para que se integre bien.
Salpimentamos y añadimos una pizca de nuez moscada.
Dejamos que se cueza hasta que empice a estar cremosa, teniendo la precaución de remover de vez en cuando para que no se pegue.

Una vez listas nuestras salsas, podemos retirarlas del fuego y dejarlas enfriar (la bechamel podemos removerla un poquito incluso entonces, para que no cree una capa de nata) y ponernos a vueltas de nuevo con la pasta.

Estiramos la masa con un rodillo hasta que quede muy finita, ligeramente translúcida. Con paciencia, que a veces hay que insistir.
Y la cortamos en trozos rectangulares del tamaño que deseemos para nuestos canelones (a mí me gustan grandotes), sin preocuparnos de si hay alguna pequeña irregularidad porque con la salsa la disimularemos.

Calentamos abundante agua en un cazuela amplia.
Cuando el agua hierva, añadimos sal y luego las láminas de pasta, de una en una o en grupos pequeños para que no se nos peguen.
Dejamos cocer hasta que estén listas; si las hemos hecho bien finas 2 minutos bastarán.
Las retiramos del agua y las dejamos secar sobre un paño limpio.

Precalentamos el horno a 200ºC.

Procedemos finalmente al montaje del plato.
Cubrimos una fuente honda para horno (o dos individuales) con un poquito de salsa de tomate.
Repartimos el relleno sobre las láminas de pasta, que cerramos dando forma de rollito (podemos humedecer un extremo para que se adhieran mejor si fuese necesario), y las colocamos en la fuente bien apretaditas para evitar que se nos deshagan.
Cubrimos con la bechamel lo mejor posible, ya que si quedan trozos de pasta sin cubrir se nos secarán demasiado al hornear, y repartimos el queso rallado sobre ella.

Hornamos durante unos 10 minutos y, si disponemos de la opción, gratinamos durante 5 minutos más.
Consumimos con cuidado ya que estará muy caliente.



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