#YoMeQuedoEnCasa y me organizo tan ricamente

Esta situación nos ha pillado a todos desprevenidos.
Mira que lo estábamos viendo en otros países, pero aún así pocos fueron los que se imaginaron que acabaríamos (casi) todos encerrados en nuestras casas.
Algunos teletrabajamos, otros son imprescindibles y deben seguir trabajando no digo lo mismo sino mucho más que antes (¡GRACIAS!), e incluso otros se ven obligados a seguir trabajando a pesar de no ser imprescindibles (no me hagáis hablar, que me caliento), pero todos todos todos tenemos que reorganizar nuestras rutinas.
Sí, todos, incluso los irresponsables que salen cuarenta mil veces con cualquier excusa.

Mi menú ha mutado

Tengo por costumbre tener un menú semanal, porque me simplifica las compras y evita el desperdicio.
Pero ahora mismo está en pausa.

Para mí no tiene sentido planificar un plato concreto, porque sé que al llegar al súper puede que no encuentre ciertos ingredientes necesarios.
Como además intentaré ir a la compra lo menos posible, el tema de los frescos requerirá congelador.

Lo que sí he planeado es una proporción de los tipos de platos a lo largo de cada semana:
Carne en tres comidas, pescado en dos comidas, legumbres en otras dos.
Y las cenas serán a base de verdura, pasta, arroz, quinoa, huevos, más legumbres.
Todo dependiendo de lo que haya disponible. Y sin agobiarse (más).

El congelador vigilado muy de cerca

El inventario de mi congelador me permite saber qué es lo que tengo en cada momento, cuánto lleva ahí dentro y si va siendo hora de comerlo de una vez.

Porque hacer una megacompra, meter todo en el congelador y olvidarte de lo que tienes allí es un pecado. Pero de los gordos.
Así que si vas a congelar, empieza por apuntar lo que ya tienes para asegurarte de empezar por comerte eso (y no lo que acabas de comprar).

¿Qué cocinar?

Para evitar tener que salir a comprar a diario, lo mejor es hacer el pan en casa. Otra cosa no, pero ahora seguro que estoy en casa para vigilar el levado.
Suelo hacer este pan rústico, modificando a veces los tipos de harinas y añadiendo semillas si las tengo a mano. Además no hago una pieza grande sino varias pequeñas (una para consumir ya y el resto para congelar e ir sacando poco a poco).
Si me veo apurada de tiempo siempre puedo hornear un pan de soda irlandés o este pan de maíz, que no requieren levado ninguno.

Luego están las recetas de fondo de congelador que me solucionan un montón.
Por ejemplo, el pollo asado. Somos una familia pequeñita, así que un pollo nos sobra… y lo que sobra se congela. La carcasa del pollo asado además la aprovecho para hacer caldo, así que el pollo es una compra muy apañada.
También está el lomo de cerdo. Puedes confitarlo para tenerlo ya cocinado y a mano, puedes adobarlo para que además de conservarse coja sabor (si en lugar de filetearlo, lo adobas en trocitos te queda una zorza muy maja), o puedes simplemente filetearlo y congelarlo en crudo, para prepararlos luego como quieras.
Sin olvidar el clásico guiso de ternera, que puedes congelar antes de cocinar (listo para meterlo en la cazuela) o ya cocinado (si haces una cantidad generosa).
Y, uno de mis favoritos de los últimos tiempos, la siempre versátil boloñesa. Lo mismo se la añades a pasta que a verduras, y a todo el mundo gusta.

Escapando un poco de la carne, el pescado suelo congelarlo fresco a excepción de uno: el bacalao .
Compro un buen lomo salado, lo desalo, lo cuezo y luego lo congelo en porciones. ¡Y ya está listo para cualquiera de las recetas portuguesas que tanto me gustan!

Antes mencioné las legumbres, pero creo que merecen un comentario más, y es que son una fuente de proteína muy interesante porque ocupan muy poquito espacio y no son fácilmente perecederas.
Tener a mano un paquete de lentejas, otro de alubias y otro de garbanzos nos asegura poder hacer unas cuantas comidas incluso si el acceso a los productos frescos es algo más complicado.

¿Y vosotros cómo os organizáis?

¡Contádmelo en los comentarios!



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