Aprovechando el aceite usado para hacer jabón

Aprovechando el aceite usado para hacer jabón

Hasta hace relativamente poco tiempo, que me sobrase aceite era algo casi inusitado.
Freír es probablemente la forma de cocinar que menos me gusta. Si me das a elegir prefiero cocinar al horno (incluso algunos platos que típicamente se fríen, como los fingers de pollo) o guisar.
A veces hago croquetas o similares, claro, pero al ser algo puntual no se acumula mucho aceite usado.

Aunque las cosas han cambiado.
Ocurre que al peque le encantan las patatas fritas, así que de vez en cuando las hacemos. No es que sea muy muy frecuente, pero sí que implica acumular algo de aceite usado.
¿Y qué haces con él? ¿Lo tiras? ¿O le das otra vida útil?

Pues ahora hago jabón casero con ese aceite que me sobra.

Hay multitud de recetas. La que yo seguí es de bioguia.com; no sé si es mejor o peor que otras, pero las proporciones me parecieron sencillas para reducirlas a cantidades más manejables.
Las primeras tandas las hice ya hace varios de meses, y si he tardado en compartirlas es porque quería probar los jabones un cierto tiempo. Por si acaso.

Y, en los tiempos que corren, tampoco está de más aprovechar todo lo que tenemos a mano, ¿verdad?
¡Digamos no al desperdicio!

Ingredientes

  • 1/2 litro de aceite de oliva usado
  • 1/2 litro de agua
  • entre 60 y 100 gramos de sosa caústica

Preparación

Yo cocino solo con aceite de oliva, así que este es un jabón 100% de aceite de oliva.
Existen otras combinaciones, pero si tengo que comprar aceites para hacer el jabón creo que ya me compro directamente la pastilla. Si usas otros aceites, busca en internet otra receta que se ajuste mejor a lo que te suele sobrar.

Antes de nada limpiamos bien el aceite de restos, colándolo bien con una malla fina.

Nos preparamos para «cocinar» esta receta, llevando los ingredientes a un sitio bien ventilado; seleccionando un recipiente y algún instrumento para remover que no sean metálicos.
Yo utilizo una tina de plástico y el mango de una lengua de silicona que se me rompió y guardo para estes menesteres, también de plástico. Un palo valdría perfectamente.

Tápate bien (con manga larga) y utiliza guantes, pues vas a trabajar con un líquido corrosivo y no quieres que entre en contacto con tu piel. Si tienes gafas protectoras, mejor que mejor.
No, definitivamente no es un experimento para hacer con niños pequeños.

La cantidad de sosa depende del uso que quieras dar al jabón: 60g para jabón de uso cosmético, 100g si haces un jabón para limpieza doméstica.
El procedimiento es exactamente igual.

Diluye la sosa cáustica en el agua, agregándola lentamente y con mucho cuidado ya que puede producir vapores muy tóxicos.
Esta mezcla por lo visto se llama lejía cáustica y se vuelve muy caliente.
Puedes dejar que enfríe un poco, para evitar accidentes.

Agrega poco a poco el aceite colado a la lejía (no lo hagas al revés, para evitar salpicaduras) revolviendo constantemente hasta que se integre por completo y obtengas una mezcla densa, casi como una mayonesa.
Si quieres ir más rápido puedes utilizar una batidora de mano, pero con mucha mucha precaución para evitar salpicaduras.

Vierte la mezcla en un molde.
Yo he utilizado unos moldes viejos de silicona, que ya no utilizo para cocinar, pero puedes utilizar cualquier molde no metálico. Hay quien abre un tetrabrick por un lado y lo lava bien, vale perfectamente.

Espera al menos un día antes de desmoldarlo. Mis jabones necesitaron dos días en alcanzar la suficiente dureza para ser desmoldados.
Si has usado moldes pequeños no es necesario hacer nada más, pero si has usado un molde grande ahora es el momento de cortarlo en jaboncitos.

Déjalo curar durante al menos un mes antes de utilizarlo.
No lo utilices antes, pues la sosa podría quemarte la piel.

Posteriormente puedes hacer jabón líquido a partir del jabón en pastilla, pero de eso ya os hablaré otro día.



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