Glotones por Viena

¡Menudo descanso que se ha pegado este blog!
Primero porque estaba muy ocupada y luego porque estaba de vacaciones, pero todo me ha valido de excusa para tomarme un respiro de mi fase cocinillas y sobre todo de las fotos, la redacción de entradas y la publicación. Perezosa que es una de vez en cuando.
En fin, que a veces hay que tomarse un respiro incluso de las cosas que nos gustan, para evitar que nos acaben saturando. Y, quizás, volver con más ánimos y más ganas.

De momento no traigo recetas mías, pero me apetecía compartir con vosotros mis experiencias gastronómicas en Viena.
Solo las gastronómicas, eh, prometo no castigaros colgando todas las fotos del viaje xD

Viena es una de esas ciudades que la gente te avisa «Uy, ¿vais de vacaciones a Viena? Pues es cara, eh.»
Y sí, es cara. Tampoco es que te vayas a arruinar en una mañana, pero sí que es cierto que ciertos precios pueden resultar estrafalarios.
Por ejemplo, tomar un café me pareció caro… pero yo que soy de tomar pues muchísimo más, porque llegaban a cobrar por él fácilmente 4€ o_O

La pastelería, en cambio, me pareció más razonable.
No digo barata, pero teniendo en cuenta que la gran calidad de los pasteles que puedes encontrar (y sobre todo que estando de vacaciones una no quiere privarse de los caprichitos) la verdad es que no era algo excesivo.

La más famosa es probablemente la Sachertorte, una jugosa tarta de chocolate con confitura de albaricoche y cobertura de chocolate, que fue creada en una pastelería vienesa por una tal Sacher, del cual lleva el nombre.
Cuentan que hubo mucha polémica sobre si la receta original pertenece a dicho Sacher o a la pastelería Demmel, pero una resolución judicial le dio la razón al primero. Aún así, ambas pastelerías están céntricamente localizadas y llenas de clientes a día de hoy.
Y cuando digo llenas quiero decir llenas, en ocasiones con colas que salen fuera del local. De hecho a nosotros nos dio pereza esperar y la probamos en otro par de sitios distintos, incluso en una terracita en la calle más turística, y  a mí personalmente ya me pareció un lujazo.

Otro postre típico de la zona, aunque no especificamente vienés, es el Apfelstrudel, una especie de empanada de manzana hecha en una manasa finísima, que a veces lleva frutas pasas y/o frutos secos.
Algunas otras veces además es de un tamaño generosísimo, y si no atención a la foto.
Y la cosa no queda ahí: Crepes rellenas de confitura de albaricoque, helado de vainilla con crema de albaricoque y covertura de almendras… ¡Lo cierto es que menuda dieta la de esos días!
 

Si la repostería es superior, lo que es la comida ya no lo es tanto.
En la zona más céntrica puedes encontrar un montón de sitios de comida rápida, que para probar un día puede valer, pero si quieres probar comida típica lo único que ves son carteles anunciando el Wiener Schnitzel… y para eso ¡a unos precios!
Un plato favorito de emperadores, como nos dijeron en algún museo, pero lo mires como lo mires no deja de ser un filete empanado. Conste que lo probamos aunque solo fuese para constatar que no tenía nada de especial, pero lo hicimos en la zona del mercado, a un precio más razonable para el plato que es.

Por cierto, el mercado Naschmarkt, aunque no es muy grande, es bastante curioso para los glotoncillos: gran variedad de especias y curiosos dulces de frutas no podían menos que llamar la atención.

Otros platos típicos me resultaron más apetecibles, sobre todo el gulash (escríbase como guste, yo lo he visto de tantas formas que ya no sé cuál elegir xD ).
Cosas del Imperio Austrohúngaro, claro está, que hoy se considere típico en Austria este delicioso estofado de carne.

Eso sí, para encontrar un plato como ese gulash o el asado de carne siguiente con una buena relación calidad-precio es mejor salir de la zona turística.
Estas fotos, por ejemplo, fueron tomadas en el restaurante Leupold, que además de no estar lejos (al lado de la estación de metro de Schottentor) ofrece dos platos del día que varían cada día y ofrece cartas en inglés.
Yo hasta me empeñé en volver hasta allí ex profeso otro día 😀

En general comimos mucho, intentamos además comer bien y probar todo lo que pudimos.
Y me traje conmigo un librito de recetas típicas para probar a hacer en casa las que más nos gustaron, ¡y las que no tuvimos oportunidad de probar!



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